Un publicista norteamericano, El Sr. Boyce, de la ciudad de Chicago, tenía dificultades para encontrar una dirección en el centro de la ciudad. Se había detenido bajo una de las lámparas de la calle para orientarse mejor, cuando de repente apareció un muchacho entre la niebla.
"¿Puedo ayudarlo Señor?"", preguntó el muchacho.
"Ya lo creo que sí", dijo el señor Boyce. "Quisiera que me indicaras como llegar a esta dirección..."
"Yo lo llevaré ahí señor", dijo el muchacho, y se encaminó en la dirección deseada por el señor Boyce.
Cuando llegaron al lugar, el señor Boyce buscó en sus bolsillos algunas monedas para dárselas de propina, pero antes de que tuviere la oportunidad de ofrecérselas al muchacho este le dijo:
"No señor, muchas gracias, soy SCOUT, y un Scout no acepta nada por ayudar a alguien".
"¿Un Scout? ¿Y qué es eso?", preguntó Boyce.
"¿No ha oído hablar de los Boy Scout de Baden-Powell?" El señor Boyce no había oído de ellos.
"Cuéntame de ellos" dijo.
Así es que el muchacho le habló al norteamericano acerca de él y sus hermanos scouts.
El Sr. Boyce quedó muy interesado y después de terminar sus negocios, le pidió al muchacho que lo llevara a las oficinas de los Boy Scouts británicos.
Ahí desapareció el muchacho.
En la oficina, el Sr. Boyce conoció a Baden-Powell, el famoso general inglés que había fundado el Movimiento Scout hacía dos años.
Boyce quedó tan impresionado con lo que Baden Powell le dijo acerca del Movimiento Scout que decidió llevarlo a su país cuando regresó de Inglaterra.
¿Qué pasó con el muchacho que ayudó a Boyce?
Nadie lo sabe. Nadie volvió a oír de él. Sin embargo nunca se le olvidó. Los scouts de EE.UU. regalaron al Centro Internacional de Adiestramiento, el Parque de Gilwell, en Inglaterra, una hermosa estatua de un búfalo americano con una simple inscripción que dice:
"Al scout desconocido quien en su lealtad al diario cumplimiento de la Buena Acción , hizo posible traer el Movimiento Scout a los Estados Unidos de América"
Nuestra Señora de los Scouts:Así es que el muchacho le habló al norteamericano acerca de él y sus hermanos scouts.
El Sr. Boyce quedó muy interesado y después de terminar sus negocios, le pidió al muchacho que lo llevara a las oficinas de los Boy Scouts británicos.
Ahí desapareció el muchacho.
En la oficina, el Sr. Boyce conoció a Baden-Powell, el famoso general inglés que había fundado el Movimiento Scout hacía dos años.
Boyce quedó tan impresionado con lo que Baden Powell le dijo acerca del Movimiento Scout que decidió llevarlo a su país cuando regresó de Inglaterra.
¿Qué pasó con el muchacho que ayudó a Boyce?
Nadie lo sabe. Nadie volvió a oír de él. Sin embargo nunca se le olvidó. Los scouts de EE.UU. regalaron al Centro Internacional de Adiestramiento, el Parque de Gilwell, en Inglaterra, una hermosa estatua de un búfalo americano con una simple inscripción que dice:
"Al scout desconocido quien en su lealtad al diario cumplimiento de la Buena Acción , hizo posible traer el Movimiento Scout a los Estados Unidos de América"
A ti venimos esta noche, junto al Fuego de la Ley, para confiar en tus manos nuestras armas espirituales, nuestra mística y nuestros símbolos.
Queremos que estén primero en tus manos antes de llevarlas nosotros como prueba de nuestra Promesa. Oh Virgen madre y esposa, toda harmonía con la Ley Divina.
Oh Madre del amor hermoso, de la Sabiduría, de la Vida y de la Santa Esperanza.
Abre nuestro corazón al don de la promesa. Graba en nuestro corazón la Ley noble de los Scouts, como tu grabaste toda palabra meditándola en tu corazón, y te dejaste llevar por el Espíritu Santo a obedecer al Misterio y encarnarlo en tu seno.
Concédenos hoy, intercediendo por nosotros, imitar tu confianza y tu lealtad a la promesa de Dios. Esa Promesa hecha por Dios a nuestros padres, esa Promesa a la que Dios mismo es leal, y que se llama Jesús, tu hijo y hermano nuestro, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Así sea.
por Lobo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario